El papel de la motivación en el aprendizaje
¿Cuáles son tus series favoritas? ¿Cuándo las ponen? Son interesantes para ti y eres capaz de recordar los capítulos, de explicar el argumento, personajes, etc. Las “aprendes” porque tienes motivación e interés. Y, ¿cómo te sientes y qué haces cuando vas a preparar un viaje de estudios o una excursión con tus compañeros? Piensas en él, lo planificas y organizas ¿verdad? Y la razón fundamental es que lo haces porque te apetece, deseas ir de excursión.
Existen tres razones fundamentales que nos impulsan a estudiar: la necesidad, la curiosidad y la obligación de adquirir conocimientos.
Vamos a explicar esto con un ejemplo: La historia de Pedro.
La historia de Pedro
Pedro, cuando todavía era un niño ya sabía lo que quería ser de mayor, amaba el fútbol y quería ser un jugador profesional, sus padres lo apoyaron en todo momento. Lo inscribieron en una escuela para que perfeccionase su forma de jugar y a muy temprana edad ya era considerado en la selección nacional para representar a su país en torneos de menores. Todo el esfuerzo que Pedro dedicó a aprender y perfeccionar su juego se estaba viendo recompensando.
Pedro empezó a ganar dinero y era consciente que su profesión de futbolista no le duraría toda la vida. Sabía que lo sería mientras fuese joven. Vio la necesidad de aprender a administrar su dinero, así que se inscribió en un curso sobre inversiones en la bolsa de valores y se dedicó a estudiar en su tiempo libre. Cómo puedes apreciar, una necesidad en la vida tanto personal como laboral te puede llevar a estudiar de muy buen ánimo, con mucha voluntad y perseverancia, porque eres consciente de que lo necesitas y que es un objetivo a cumplir que te va a otorgar una gran satisfacción personal, lo cual te impulsa a seguir adelante por más complicado que parezca.
Pedro empezó a invertir en la bolsa y a ganar más dinero que antes, por lo que sus colegas futbolistas también le confiaron su dinero para que invirtiera por ellos a cambio de una comisión. Pedro se sintió importante y aceptó de buena gana. Luego sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros y sintió, ya no la necesidad, sino la obligación de aprender, no quería quedar mal con sus amigos y se quedaba estudiando hasta altas horas de la noche, iba a cursos los fines de semana y trataba de aprender todo lo que pudiese, sin discernir correctamente si era importante, útil, o necesario lo que estaba aprendiendo.
Como puedes apreciar, la presión por tener que aprender genera un estrés que bloquea el razonamiento y nos lleva a repetir acciones mecánicamente, en este caso la acción que emprendió Pedro era estudiar sin parar, descuidando un aspecto importante cuando se invierte en la bolsa, que es estar atento y analizar las circunstancias que nos rodean.
Lo que antes le divertía, ahora lo estresaba; lo que antes le otorgaba beneficios, ahora era una carga pesada. Pedro descuidó sus entrenamientos y bajó su rendimiento, por lo que fue despedido del club donde jugaba. Así mismo, tomó malas decisiones en la bolsa y perdió todo su dinero, además del dinero ajeno, quedando endeudado gran parte de su vida.
Pedro se sintió desmoralizado y echó la culpa de su situación a su club de fútbol. Nunca mejor dicho, “tiró balones fuera”. No se sentía responsable de su situación. Comenzó a criticar lo mal que entrenaba físicamente a sus jugadores, pero con fundamento. Leía artículos y noticias de nutrición, anatomía, fisioterapia, asistía a cursos para aprender más y poder opinar con más criterio, cada vez investigaba más y más para poder sacar sus propias conclusiones.
Antes de darse cuenta, se había convertido en un experto consultor en preparación física por lo que sus servicios eran muy requeridos y sumamente cotizados. Pedro salió de sus deudas, obtuvo mucha mayor fama y reconocimiento de la que tuvo jamás, y dentro de una profesión que le duraría muchos más años que su carrera de futbolista y que, además, iría en constante ascenso.
Como puedes apreciar en el caso de Pedro, aprender algo por el que sentía interés y curiosidad fue lo mejor que le pudo pasar, no tenía la necesidad ni la obligación de aprender, solo el deseo, lo cual fue más fuerte que cualquier otro impulso. Pero para ello tuvo que pasar un proceso en el que fue muy importante el sentido del deber y estudio por obligación.
Si nuestra capacidad es motivada (estimulada) para conseguir un determinado objetivo, se produce la realización, la satisfacción y, por tanto, la próxima vez anticiparemos el triunfo. Sin embargo, si a pesar de poseer capacidad, no recibimos ninguna motivación, bien de nosotros mismos, bien de una meta claramente establecida o de otras personas, lo más probable es que no se consiga nada. Un estudiante que conoce el fracaso va, por el contrario, a desarrollar una motivación de fuga con respecto a la tarea.
Si no existe una motivación de forma natural, intrínseca, necesitas encontrarla. Por ejemplo: la satisfacción que voy a tener por sacar una buena nota, el buen verano que me voy a pasar. Lo alegres que se pondrán mis padres, etc.
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